Compostela es una ciudad que se puede visitar en cualquier época del año. Su encanto se mantiene en todas las estaciones y cada una ofrece sus propios atractivos. No obstante, la primavera se ha convertido en la favorita de muchos turistas. En este artículo te contamos por qué.
La belleza de su entorno natural
El tiempo siempre es un factor importante al organizar un viaje. Si bien en Galicia la lluvia puede sorprender a los turistas en cualquier época del año, las temperaturas más agradables y las horas de luz solar pueden decantar la balanza a una agradable escapada en primavera.
Más allá del tiempo, la explosión de naturaleza que se vive en Santiago suele despertar la admiración de los transeúntes. Existen numerosas plazas y parques donde poder disfrutar de la espectacular belleza y aromas que las flores le confieren a la capital gallega. El parque de Eugenio Granell, la Alameda o Belvís son algunos de los ejemplos.
Las rutas de senderismo de Santiago también son una buena alternativa para disfrutar de la exuberante naturaleza propia de Galicia: los ríos Sar y Sarela, Monte Pedroso, Bosque do Banquete de Conxo, Monte Viso y muchas más. Y para aquellos a los que no les importe desplazarse, la ruta de los Pescadores en Boqueixón, la de Cova de Gatos en Muros, la de los tres pazos en Negreira o Castro Baroña en Porto do Son; entre otros.

Fiestas y romerías
El inicio de las fiestas y romerías también queda marcado por la primavera. Tras el Día del Apóstolo, las Fiestas de la Ascensión son las segundas más importantes de la ciudad. Se celebran el sexto jueves después del Domingo de Resurrección y durante cerca de una semana llenan la ciudad de música y actividades culturales y lúdicas. En 2025, se celebran entre los días 26 y 31 de mayo. La Semana Santa o la Feria de primavera del barrio de San Pedro son algún otro ejemplo de las celebraciones de la ciudad.
El Camino de Santiago
El Camino de Santiago es también un aliciente para visitar Santiago durante estos meses. Muchas son las ventajas que ofrece la primavera para abordar el camino. Las temperaturas son más agradables, no padeciendo el calor del verano, pero permitiendo ya una mochila más ligera al eliminar del equipaje la ropa de abrigo.
Por otro lado, la afluencia de peregrinos es más moderada que en verano, pero ya empieza a crecer. Los albergues se encuentran a pleno rendimiento, pero aún hay una gran disponibilidad de servicios. Y la belleza del recorrido alcanza su máximo esplendor.

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