Situado a 5 quilómetros de la Puerta Santa, el Monte do Gozo es el primer lugar del Camino Francés desde el que se divisa la Catedral de Santiago
La ladera del Monte do Gozo es uno de los lugares más icónicos de la ruta peregrina a Compostela. Después de días, semanas e, incluso, en algunos casos, meses caminando en busca de la Compostela, los peregrinos “culminan”, en el sentido más emocional, su reto en el Monte do Gozo. Allí les reciben, con honores, dos peregrinos en forma de estatua. Les esperan con la vista puesta en la ciudad. Esta estampa es, probablemente, una de las fotografías más ansiadas y representadas del Camino. Un momento imborrable porque, en la ruta francesa, es la primera vez que el peregrino divisa la Catedral.
Situado a tan solo 5 quilómetros de la Puerta Santa, su nombre se remonta a la Edad Media. Ya existen referencias a este tan fotografiado lugar en el Códice Calixtino. Este documento histórico lo nombra en latín como Mons Gaudii, lo que significa literalmente Monte do Gozo. Con posterioridad, existen múltiples referencias en textos a este espacio, especialmente de peregrinos. Es el caso del italiano Domenico Laffi. Este peregrino, allá por el siglo XVII, hace referencia así a su llegada a este mágico lugar:
Llegamos a la cima de una colina llamada Monte do Gozo, desde donde contemplamos la tan deseada ciudad de Santiago, a media legua de distancia. Al verla, caímos de rodillas y comenzamos a llorar de alegría y a cantar el Te Deum. Pero no pudimos recitar más de dos o tres versos porque la gran cantidad de lágrimas vertidas por nuestros ojos no nos dejaba articular palabra. La emoción que estremecía nuestros corazones y los continuos sollozos nos obligaban a detener el canto, hasta que por fin desahogados por el llanto, que poco a poco fue cediendo, volvimos a entonar el comenzado Te Deum y de este modo, cantando, hicimos el descenso hasta la ciudad.”
Nuestro vínculo con este idílico espacio es estrechísimo, ya que nuestro hotel se encuentra en su ladera. Su entorno es perfecto para caminar, hacer running o andar en bicicleta. Tanto es así que muchos de nuestros huéspedes quedan prendados del lugar y de su entorno.